Las investigaciones demuestran que el intestino posee papilas gustativas especiales llamadas receptores del gusto amargo (receptores TAS2R). Cuando los compuestos amargos entran en contacto con estos receptores, envían señales a través del nervio vago para ayudar al organismo a realizar funciones importantes:
Producción de enzimas digestivas : El estómago produce ácido gástrico y enzimas digestivas para descomponer los alimentos en trozos más pequeños.
Liberación de bilis : El hígado produce bilis (compuesta de sales biliares y colecistoquinina) para descomponer las grasas y ayudar a que los alimentos se muevan a través del sistema digestivo.
Activa el movimiento intestinal : Tu sistema nervioso entérico controla los músculos intestinales que impulsan los alimentos a través del tracto digestivo.
Esta vía receptora del sabor amargo es la forma en que el cuerpo coordina la digestión de manera natural. En África y el Caribe, se han utilizado hierbas amargas como la guanábana (Annona muricata) y la semilla negra (Nigella sativa) para la salud intestinal durante más de 3000 años. En Jamaica y África Occidental, los curanderos preparaban bebidas de guanábana mezclando sus hojas con otras hierbas. Se bebían antes de las comidas para activar estas vías digestivas naturales.
Estas plantas contienen compuestos bioactivos como las acetogeninas (en la guanábana) y la timoquinona (en la semilla negra) que pueden ayudar a estimular los mecanismos digestivos del cuerpo.